Hoy, nuevamente te he visitado
y me recibes vestido de fiesta,
con un saludo te hablo
y me contesta el sonido de tus hojas.
Tú, bosquedal que lo hago mío
y conmueves mis entrañas.
Tú, bosquedal amado ,
que tanto misterio guardas.
Cuando me acerco en el estío,
te vistes y recibes de verde gala
¡Tu hayedal, rebosante de vigor!
erguido como una carpa
capaz de eclipsar mil soles.
Recién llegado el otoño
te vuelvo a visitar
y tu vestimenta es de la más
apreciada gala.
Hojas pintadas de mil tonalidades,
rojas, doradas, ocres, amarillentas.
¡Tú haya, reina, querida,
Pronto quedarás desnuda, impúdica.
Ya las hojas desprendidas
yaceran dormidas a tus piés,
muertas, más infundiendo calor
y cobijando tus entrañas.
¡Oh, haya querida, " Fagus sylvática ",
con razón te llamas así,
porque tus frutos los hayucos,
darán tu alimento invernal.
Tu reina haya, en la que tu mundo
se mueve en torno a la humedad,
lleno de nieblas y boiras
que desde iniciada la alborada
ya seducen tu corazón.
Nieblas que pegadas a tu cuerpo
y a tu piel hacen el amor.
¡ Haya seductora, sensual y erótica,
solitaria y en silencio haces que tu penumbra
inviten al amor.
¡ Ay, hayedal amado, querido , deseado,
me seduce el aroma a tierra mojada,
me invitas a soñar pisando tus hojas húmedas,
a sentir el eco y gemido de la mujer amada.
Jose I Roca H
(D. Reservados)