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martes, 2 de febrero de 2010

AL BORDE DE LA ALBORADA




Enlaza tus manos
a modo de bol...
y la iré atesorando de recuerdos

Ojos muy negros, plenos de vida
semejan estrellas parpadeantes
como alas de mariposas divinas.

Negras trenzas brillantes,
entrelazadas de noble india apasionada,
que nacen como manantial radiante
en una nueva alborada.

Y tu mirar extasiado queda flotando
en el arcoiris de ese tu azul deseado
buscando e imaginando el borde difuso,
allá donde el espacio es indefinido.

Tú mujer frágil, dulce y alegre
eternamente niña bella.
Tu verbo hecho eco
nacido entre los valle del rio Yaqui
siempre lo espera un yori.


Jose I. Roca H
(Derechos reservados)